¿Por qué no hay manchas oscuras en el lado oculto de la Luna?

El lado oscuro de nuestro satélite es muy diferente al lado que siempre nos muestra, ahora una nueva teoría parece haber encontrado la respuesta a este enigma.

Casi todos los planetas de nuestro sistema solar poseen satélites. Algunos planetas tienen dos, mientras otros llegan a tener un gran número, como es el caso de Júpiter, con 79 satélites y Saturno con 82, siendo este el que más satélites posee.

Algunos satélites son helados, rocosos, geológicamente activos o con nula o poca actividad. La pregunta que nos hacemos es: ¿cómo llegaron a orbitar alrededor de estos planetas? ¿Todos ellos se formaron de la misma manera? ¿Qué es lo que nos podrían decir acerca del cosmos?

Sin embargo, para conocer acerca de estos astros sólo tenemos que mirar a nuestro propio satélite. A pesar de que aún no hay una seguridad al 100% de la formación de nuestra Luna, la teoría más aceptada nos dice que se formó a partir de la colisión de un cuerpo del tamaño de Marte (al que han llamado Theia) con nuestra proto-Tierra.

De este impacto, la Tierra retuvo el calor suficiente, con lo cual le ayudó para volverse tectónicamente activa. Sin embargo, el enfriamiento de la Luna sucedió más rápido debido a su tamaño, quedando congelada geológicamente.

No obstante, las misiones Apolo demostraron que hay cierta actividad en el interior de la Luna, lo cual choca con esta explicación.

Actividad geológica en la Luna

La revista Nature Geoscience ha publicado una nueva investigación en la que propone que después que aquel choque formase nuestro satélite, los elementos radiactivos se distribuyeron de «manera peculiar», y en el momento de la colisión se mezclaron los componentes de Theia y la prototierra.

Tras unos pocos millones de años, estos dos cuerpos se separaron debido a la dinámica de la colisión que formó el sistema Tierra-Luna.

Nuestro planeta tiene capacidades para retener sustancias volátiles tales como el agua o los gases que forman la atmósfera. Asimismo, puede mantener suficiente calor interno, y con ello el volcanismo planetario se puede mantener a largo plazo, y por tanto la tectónica de placas.

Tras años de estudios, los investigadores han demostrado que la historia lunar ha sido mucho más dinámica de lo que se había pensado. Su actividad volcánica y magnética sucedió hace tan solo 1.000 millones de años, un periodo bastante tardío de lo que se había creído en un principio.

Tras esto, se ha podido observar que la cara oculta y la visible de nuestro satélite son muy diferentes entre sí.

Desde nuestro planeta podemos observar a simple vista manchas oscuras y claras. Estas manchas fueron llamadas por los primeros astrónomos como “maria”, que en latín significa “mares”, ya que creían que se trataba de masas de agua.

Pero, años más tarde, con la ayuda del telescopio, los científicos descubrieron que aquellas manchas no eran más que cráteres o características volcánicas. Y fue entonces cuando también se creyó que el lado oculto de la Luna sería igual.

…Pero se equivocaron.

El lado que oculta el origen

A finales de 1950 y a principios de 1960, una sonda espacial lanzada por la URSS mostró las primeras imágenes de la cara oculta de nuestro satélite. Fue entonces cuando descubrieron que el lado oculto de la Luna casi no tenía “mares”, aquel lado solo tenía un 1% de “mares” en comparación del lado visible que presenta un 31%.

Otras diferencias son que su corteza es mucho más gruesa que la del lado visible, y la superficie es más pálida, presenta menos manchas de basalto y cubierta de cráteres.

Lo que interpretaron fue que los flujos de basalto en el lado visible cubrieron una gran cantidad de cráteres en la Luna. El misterio que los científicos han querido desvelar es porqué el lado visible ha tenido más actividad volcánica; además este lado tiene algo peculiar, una región geoquímicamente extraña llamada Procellarum KREEP Terrane.

El misterioso KREEP

Las misiones Apolo trajeron valiosas muestras que permitieron a los científicos descubrir que la relativa oscuridad de aquellos «parches» se debía a su composición geológica, y se atribuían al vulcanismo. También descubrieron un nuevo tipo de forma de roca, al que llamaron KREEP, abreviatura de «roca enriquecida en potasio» (símbolo químico K).

El Procellarum KREEP, al parecer, se asocia a las llanuras del basalto, y anteriormente ya se había demostrado que sus propiedades generadoras de calor podrían ser los causantes del vulcanismo prominente del lado visible. Siendo así que el modelado térmico del interior indica que la desintegración radiactiva de potasio, torio, y uranio podría haber suministrado una fuente de calor del lado visible por miles de millones de años.

La mezcla de KREEP con rocas lunares provocaron las grandes manchas

Un equipo internacional de investigadores pertenecientes a diferentes institutos de ciencia y prestigiosas universidades, han realizado una serie de experimentos con el objetivo de medir el efecto del KREEP en la roca lunar.

Lo que mezclaron fue KREEP sintético con análogo de rocas. Y lo que se obtuvo fue que el KREEP sintético en la mezcla redujo el punto de fusión del análogo, con lo cual produjo entre dos y tres veces roca más fundida que aquellos experimentos donde no se utilizaba KREEP. Y todo ello sin que el calor radiactivo haya contribuido.

Para observar qué efecto tiene el calor radiactivo cuando se añade a la mezcla, los investigadores realizaron un modelado numérico. Lo que descubrieron fue que los compuestos de calentamiento radiactivo son efectos del KREEP, y juntos podrían haber contribuido a la actividad volcánica en el lado visible de nuestro satélite, cuyo resultado fueron aquellas regiones oscuras que hoy vemos.

¿De dónde es el origen del KREEP?

De dónde provino el KREEP es algo que aún no se sabe con certeza, pero es probable que sea una consecuencia de cómo se formó nuestro satélite. Por ello es importante saber cómo se formó el Tercel Procellarum KREEP y cómo afectó a los procesos internos de la Luna, podemos encontrar la respuesta a cómo llegó ahí.

Matthieu Laneuville, del Earth Life Science Institute, en Japón, explicó “debido a la relativa falta de procesos de erosión, la superficie de la Luna registra eventos geológicos de la historia temprana del Sistema Solar”.

Sobre todo las regiones que se encuentran en el lado cercano de la Luna son las que más concentraciones de elementos radiactivos poseen, como el uranio y el torio, a diferencia de cualquier otra región dentro del satélite.

Comprender el origen de estos enriquecimientos locales de uranio y torio será un gran paso para explicar las primeras etapas de formación de la Luna y, por ende, las condiciones de la Tierra primitiva.

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