La inmunoterapia, una posible cura contra el cáncer

Después de 30 años de investigación, al parecer estamos, una vez más, frente a una posible cura contra el cáncer. Se trata de la inmunoterapia, que ha funcionado en tipos de cáncer que se creían incurables. Lo que hace esta terapia es que no se dirige al tumor sino que entrena al cuerpo para su autodefensa.

James P. Allinson, inmunólogo y director ejecutivo del Centro Oncológico MD Anderson en la Universidad de Texas (EE.UU.), expresó que «la inmunoterapia ha llegado para quedarse y podrá combatir muchos tipos de cáncer».

James recibió el Premio Nobel de Medicina en el año 2008 junto con Tasuku Honjo, de la Universidad de Kioto, Japón, por sus investigaciones a la inmunoterapia.

Asimismo, James Allison afirmó que esta idea no es relativamente nueva, ya que ha permanecido por cien años dando vueltas.

Los trabajos de estos dos científicos fueron los que colocaron las bases para el desarrollo de fármacos inmunoterápicos, los cuales hoy en día son muy eficaces contra esta enfermedad.

Un trágico caso que ayudó a esta investigación

En el año de 1890, una joven acudió al hospital de Nueva York (hoy Memorial Sloan Kettering) aquejada por un dolor en la mano que no terminaba de curarse, al parecer no parecía grave.

El doctor que la atendió era un joven médico cirujano de 28 años llamado William Coley, y él descubrió que aquella joven sufría algo mucho más grave de lo que parecía, pues había desarrollado un sarcoma, un tumor maligno. Para salvarle la vida le amputaron el brazo, pero sin embargo la joven después de unos meses falleció.

Coley, el médico que la atendió, se obsesionó con este caso e investigó historiales de pacientes del hospital que habían sido tratados hace más de 15 años, su motivo era mejorar el tratamiento.

En uno de aquellos historiales Coley encontró que unos años atrás un hombre que padecía un tumor similar se había curado tras haberse infectado con una bacteria. Un tipo de estreptococo.

Asimismo, Coley comprobó que este caso no había sido el único. De tal manera que hizo una prueba: infectó a un paciente tras haberle inyectado en el tumor el mismo tipo de bacteria. Varias semanas después, el cáncer había desaparecido.

Después de aquello, Coley volvió a repetir el mismo tratamiento. Sin embargo, en unos pacientes no funcionaba.

Un estudio que no se olvidó

En la época en la que vivía Coley, el conocimiento del sistema inmunitario era muy limitado. Este fue el motivo por el que sus experimentos no llegaron a conclusiones. No obstante, fueron el camino hacia lo que hoy conocemos como “inmunoterapia”.

Después de medio siglo, en los años 50, Frank Macfarlane Burnet, inmunólogo australiano quien ganó el Nobel de Medicina en 1960, fue quien volvió a recuperar esta idea y formuló la teoría de la supervisión inmunológica del cáncer.

La hipótesis sostiene que nuestro sistema inmunológico puede ser capaz de reconocer células cancerosas y erradicarlas. Pero debido a la controversia que causó en su momento, dicha hipótesis quedó relegada.

Después surgieron la radioterapia y quimioterapia, las cuales tuvieron gran aceptación, llegando a imponerse como la «cura» para tratar el cáncer.

A pesar de todo esto, la idea de Coley nunca se dejó de lado, y se llegaron a probar diferentes métodos para atacar el cáncer a través del sistema inmunitario. Pero los esfuerzos eran en vano.

Lograr que el propio cuerpo luche contra el cáncer parecía ser un reto médico imposible.

A pesar de todo, en el año 2013, la revista Science eligió a la inmunoterapia como el avance científico más importante del año y a partir de ahí todo cambió. La inmunoterapia ha logrado aprobar el «examen» debido a que diversos exámenes clínicos han persuadido hasta a los escépticos.

¿Qué ocurre en nuestro cuerpo?

Lo que el sistema inmunitario hace es rastrear la presencia de materiales extraños en nuestro cuerpo para poder luchar contra ellos. Los tumores no son más que intrusos en nuestro cuerpo a los cuales el sistema inmunitario sí puede llegar a reconocer.

Actualmente se ha llegado a pesar que a lo largo de nuestra vida desarrollamos tumores, los cuales nuestro sistema reconoce y aniquila, así estos no pueden desarrollarse.

Las células cancerosas que logran desarrollarse son aquellas que logran «esconderse» de nuestras defensas.

En el laboratorio de Tasuku Honjo, los investigadores descubrieron en 1992 que la molécula PD-1, la cual se encuentra en los linfocitos, se expresaba en las células inmunitarias y controlaba la respuesta inmunológica.

James Allison también realizó unos estudios en 1990 de la proteína CTLA-4, la cual mantiene bajo control las respuestas inmunitarias del linfocito T.

En 1999, Tasuku dio a conocer los resultados de su investigación, y fue entonces cuando intuyó que aquel descubrimiento podría ser utilizado para tratar distintos tipos de cáncer. Y así sucedió.

La revista Science hablaba de dos nuevos ensayos, pues estos se basaban en tratar pacientes con melanoma.

Una alternativa nueva contra la cura del cáncer

Josep Tabernero, presidente de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO en inglés), aseguró que este tratamiento es una auténtica revolución. Aunque de momento no va a sustituir a ningún tratamiento actual, pero ya es una gran herramienta complementaria.

Después de cinco años realizando esos ensayos ya existen seis anticuerpos aprobados con los que se pueden tratar siete tipos de tumores aun estando en fases muy avanzadas, tales como melanoma, algunos tipos de cáncer de pulmón y riñón, tumores de cabeza y cuello, vejiga, carcinoma de células de Merkel y ciertos tipos de linfomas.

¿Cómo funciona la inmunoterapia?

Las actuales terapias de curación contra el cáncer, como son la radioterapia y quimioterapia, causan efectos secundarios debido a que estos tratamientos arrasan con todas las células al no distinguir las células normales de las cancerosas.

En cambio, el tratamiento con inmunoterapia se basa en anticuerpos diseñados contra proteínas de tumor, así lo ataca de manera directa y especifica. No obstante, su foco principal no es el cáncer en sí, sino evitar el freno que este induce en las defensas, puesto que cuando se liberan se convierten en «ejército con memoria», lo cual resulta potente y versátil contra la enfermedad.

Asimismo, Tabernero explica que este tratamiento puede producir algún tipo de respuesta autoinmune, y no es agresivo como sí lo son las radio y quimioterapias. Pero aún queda mucho por resolver, ya que podrían aparecer resistencias a causa de las estrategias que generan las células cancerosas para evadir el tratamiento. Puesto que los tumores evolucionan para poder sobrevivir.

Otro de los obstáculos al que los investigadores se enfrentan es que este tratamiento de momento no funciona con todos los tumores ni en todas las personas.

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