Hoy hablaremos de la curiosa forma de los huevos. Pero primero adentrémonos en su papel en nuestra alimentación.
Los huevos de las aves siempre han estado presentes en la alimentación de los humanos, el huevo es un alimento que se ha convertido en el más consumido en el mundo, por ser rico en proteínas y lípidos, además de hacer fácil la digestión.
Los huevos se pueden comer hervidos, fritos, revueltos, pasados por agua y hasta hay quienes consumen los huevos crudos agregados a batidos, sin embargo esta práctica es poco recomendable porque puede desencadenar una enfermedad como la salmonelosis.
Además, un huevo crudo y un huevo cocido aportan las mismas proteínas, aunque el organismo absorberá el doble de proteínas con un huevo cocido que uno crudo.
Los huevos más consumidos en la alimentación
Los huevos de gallina son, sin duda, los huevos más consumidos en la alimentación, seguidos por los huevos de pato y de ganso; ocupando el tercer lugar los huevos de codorniz, los cuales son muy pequeños (estos huevos son muy populares entre los niños, ya que son los principales consumidores), y también son usados como exquisitez gastronómica.
Los huevos de ñandú y avestruz también son consumidos en algunos lugares, forman parte de un pequeño sector del mercado, aunque para el resto del mundo sean desconocidos. Estos huevos pueden llegar a pesar 1,3 kg.
Pero los huevos de las aves no poseen la misma forma, unos son más puntiagudos y otros más ovalados, y esto tiene una explicación científica.
La forma de los huevos, su morfología y la capacidad de vuelo
Desde tiempo atrás, la forma del huevo de un ave resultaba algo intrigante. Aristóteles llegó a creer que los huevos largos y puntiagudos contenían hembras; sin embargo, esto es totalmente falso, la forma de los huevos no tiene nada que ver con el género del ave, sino con su destreza en el vuelo.
Y así lo ha demostrado la bióloga Mary Caswell Stoddard de la Universidad de Princeton, quien junto a su equipo examinaron cerca de 50.000 huevos de más de 1.400 especies.
Los huevos fueron clasificados en función de su elasticidad y asimetría. Los investigadores observaron que, cuanto más puntiagudos y ovalados fuera la forma de los huevos, más posibilidades había de que en su interior albergara a un experto volador.
Por ejemplo, los huevos de los araos comunes son elípticos y especialmente puntiagudos, y son unas aves expertas buceadoras; mientras los huevos del avestruz y emú son casi esféricos.
Por su parte, la forma de los huevos de los pingüinos es asimétrica, siendo una excepción a la regla, como es conocido estas aves acuáticas no pueden volar. En un inicio, los científicos quedaron desconcertados, sin embargo desarrollaron una hipótesis de trabajo: “Los procesos que determinaban la forma del huevo para aquellas aves expertas en el vuelo también podrían actuar en aquellas expertas en la natación, como los pingüinos”.
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