La Liberación Femenina a través de la Historia (3ª Parte) + Reflexión Final

Bienvenida/o a la tercera y última parte de este extenso documento, a fin de conocer cómo fue la ardua lucha del movimiento feminista para conseguir tener los mismos derechos que un hombre.

Si aún no has leído la primera y la segunda parte, permítete unos minutos para tomar el hilo de esta historia desde su comienzo:

El Siglo XX y el Sufragio Femenino

En el artículo pasado, hablamos de la lucha del movimiento feminista por conseguir el sufragio. En 1902, en Gran Bretaña, este movimiento sufragista saltó a la opinión pública con la organización de la Women’s Social and Political Union, bajo la dirección de Emmeline Pankburst, quien se hizo presente con una intensiva agitación pública por el derecho al sufragio femenino.

Finalmente, consiguió el voto para las mujeres inglesas en el año 1918. Mientras tanto, el voto femenino iba cobrando mayor fuerza a nivel internacional.

A mediados del siglo XX ya se había conseguido que muchos países aceptasen el sufragio femenino. Aunque Nueva Zelanda fue el primer país que otorgó el sufragio femenino antes del siglo XX, en 1893, gracias al movimiento liderado por Kate Sheppard. Eso sí, a las mujeres sólo se les permitía votar, mas no presentarse a elecciones como candidatas.

En Australia del sur se aprobó a inicios del siglo XX, en el año 1902, y en Tasmania en 1903.

En Europa, el primer país que autorizó el derecho al voto tanto para hombres como para mujeres a la misma vez, fue Finlandia, en 1906.

En Estados Unidos fue en 1920 cuando se aprobó el derecho al sufragio de la mujer, pero sólo a la mujer de piel blanca. Ya en 1965 se consiguió el sufragio femenino a todas las mujeres independientemente de su etnia.

En Latinoamérica, el primer país en otorgar el sufragio femenino fue Uruguay en 1927, aunque solo en un plebiscito local; sin embargo, para participar en una elección nacional tuvieron que pasar once años más, hasta 1938.

Realmente, fue en Ecuador, con la doctora Matilde Hidalgo, en el año 1924, quien se convirtió en la primera mujer latinoamericana en ejercer su derecho a voto en una elección nacional, tras haber solicitado al Consejo de Estado votar en las elecciones legislativas.

Por lo tanto, varias mujeres de la región de la costa pudieron ejercer su derecho a voto en Ecuador, en diciembre de ese mismo año. Pero fue ya en 1929 cuando se logró el sufragio femenino en todo el país.

En Europa, el último país en conceder el sufragio femenino fue Suiza, en 1971.

Y el último país del mundo del que se tiene constancia en aprobar el derecho al voto femenino ha sido Kuwait, en el año 2005.

Aún hoy día existen países donde la mujer no tiene derecho a voto.

La Mujer en la Primera Guerra Mundial

Tras la llegada de la Primera Guerra Mundial, el sector productivo se ve paralizado por la falta de mano de obra.

Y es aquí donde las mujeres cobran vital importancia en la producción y empiezan a ser reclutadas para asumir trabajos y responsabilidades que antes no habían estado disponibles para ellas.

En Alemania fueron reclutadas para tareas de abastecimiento y trabajos armamentísticos. En Francia, además de trabajar en fábricas de armamento, también cubrían los puestos de enfermería; mientras que en Gran Bretaña, a aparte de su labor en fábricas de armamento y enfermería, también trabajan en bancos.

Mujeres trabajando durante la primera Guerra Mundial
Mujeres trabajando en fábricas de armamento durante la Primera Guerra Mundial

Con todo ello, el número de mujeres en el comercio aumentó a casi 1 millón.

También en Rusia hubo una unidad de combate exclusiva de mujeres.

Muchos obreros se sentían amenazados por su nueva competencia, y temían que su salario se viera reducido. Es cuando las mujeres empiezan a exigir una igualdad salarial.

En julio de 1915, en Francia, el gobierno aprobó una ley de salario mínimo para las mujeres que trabajasen en las fábricas textiles, y dos años después se estableció la igualdad salarial entre hombres y mujeres en el mismo sector.

A pesar de todo ello, las mujeres temían porque que su trabajo fuera temporal, ya que no se  había logrado una total seguridad en este sentido.

De tal modo que, al finalizar la guerra, los gobiernos se dispusieron a quitar a las mujeres de sus puestos de trabajo. Por lo que en 1919, en Inglaterra, había 650.000 mujeres desempleadas. Además, los salarios de las que aún trabajaban disminuyeron.

La Liberación Femenina a través de la Moda

La moda también fue parte de esta revolución, ya que la mujer, al intentar vestirse como ella quisiera, iba manifestando su intención de liberación a través de esta.

Tanto así que en 1890, en Francia, se decretó una ley que ponía en prisión a aquella mujer que se atreviese a usar pantalón.

En el año 1915, la feminista puertorriqueña Luisa Capetillo fue detenida por usar pantalón en público.

Mujer vistiendo pantalón
Mujer vistiendo pantalón

En plena guerra mundial es cuando el armario femenino da un gran giro, dejando de lado el tradicional vestido y comenzando a usar pantalones y chaquetas. Prendas que por aquel entonces eran netamente masculinas. Esto dio lugar a la aparición del traje de chaqueta femenino.

No obstante, el cambio más radical llega con la aparición del pelo corto a raíz de poder trabajar más cómodamente, puesto que el cabello largo corría el riesgo de enredarse en las máquinas.

La figura de la que hoy en día es considerada como una de la grandes diseñadoras de la alta costura nace en este tiempo: Coco Chanel.

De nombre real Gabrielle Chanel, era una mujer que usaba ropa de su marido, como pantalones y corbatas, porque consideraba que «las mujeres no parecían humanas y sus ropas eran contra natura«.

Coco Chanel y su contribución a la Liberación Femenina

Coco Chanel en 1928
Coco Chanel en 1928

Impulsó el uso del pantalón ajustado a las pantorrillas, toda una provocación para una época en la que mostrar los tobillos se consideraba indecente.

Coco Chanel diría lo siguiente con respecto a la vestimenta femenina:

«Yo les devolví su libertad. Les di brazos y piernas de verdad, movimientos que eran auténticos y la posibilidad de reír y comer sin tener necesariamente que desmayarse

Lo dijo refiriéndose a los pomposos vestidos que se usaban, los cuales, además de ocultar las piernas, añadían apretados corsés que muchas veces les impedía hasta respirar.

En 1926, Coco Chanel vuelve a marcar tendencia con el Little Black Dress. Con este vestido revolucionó el armario femenino. Atrás iba quedando el ostentoso vestido, y ahora la mujer podía lucir su figura en un vestido ajustado, además de poder mostrar sus piernas.

Little Black Dress
El Little Black Dress de Coco Chanel vestido por una modelo

Coco Chanel consideraba que aquello era una forma digna de vestir usando un color serio y respetable.

Ella rompió con todos los esquemas del armario femenino. Con lo cual, la moda nunca más volvió hacia atrás y la mujer empezó a vestirse como quería, dejando ver que tenía todo el derecho a vestir de forma libre.

El estilo Garçonne y las Flappers

Es un estilo que nace en Paris en 1920, estilo con el cual la mujer busca vestirse de manera andrógina, usando trajes masculinos como el esmoquin, o en traje y corbata. Y usando el cabello muy corto, corte de cabello conocido como bob cut.

Este movimiento tiene sus orígenes en un periodo de liberalismo social plagado de turbulencias sociales, donde la mujer aprovechó para imponer su figura y no volver al pasado.

Mientras tanto, en los Estados Unidos de esta misma década nacen las Flappers, chicas que eran consideradas rebeldes por su estilo moderno e independiente.

Las flappers, además de llevar el cabello al estilo bob cut, usaban vestidos cortos holgados, sin corsé. Atrás iba quedando aquella incómoda prenda. Además, combinaban estos vestidos con accesorios masculinos como bastones, sombreros, monóculos o boquillas, con las cuales fumaban en público. Todo un escándalo para la época.

Estas chicas bailaban y escuchaban música inadecuada para una mujer de esa época, como lo era el jazz. Además de conducir, beber licor y usar mucho maquillaje.

Por su lado, a la actriz alemana Marlene Dietrich le encataba llevar tuxedo (esmoquin), por lo que en 1930 el jefe de la policía de París la amenazó con arrestarla si continuaba llevándolo en público.

Lejos de acatar órdenes, ya en 1932, en el estreno de su película El signo de la cruz (The Sign of the Cross, 1932), Marlene apareció vestida con esta prenda.

Desde entonces la moda cambió para siempre.

Marlene Dietrich en El signo de la cruz
Marlene Dietrich en "El signo de la cruz"

Nunca se había visto que una mujer, considerada un sex simbol, vistiera de esta forma.

Así, todas las mujeres querían vestir como Marlene, hecho que hizo a las tiendas apostar por esta prenda. Y de este modo se erradicó para siempre la costumbre de que la mujer solo debía usar vestido y falda.

Asimismo, se empezaron a usar telas que antes eran exclusivamente para la fabricación de ropa masculina, tales como el lino, que empezaron a usarlo para la fabricación de ropa femenina.

La llegada de las flappers hizo que se rompiera una importante barrera entre el hombre y la mujer, puesto que es también aquí cuando el deporte cobra vital relevancia en la mujer.

Sus vestimentas no eran tan cómodas para practicar deportes, tales como el tennis, montar en bicicleta, o simplemente correr.

Por lo que usar dicha tela para la fabricación de su ropa hizo que la mujer empezara a sentirse cada vez más aceptada y liberal en una sociedad donde las cosas consideradas masculinas no eran apropiadas para una dama.

Con la escasez de materiales de la Segunda Guerra Mundial, las piernas femeninas iban destapándose, puesto que la tela entonces era mucho más cara. Por esto, las faldas eran entonces más cortas y las medias de nylon iban desapareciendo.

Se impuso la ropa de trabajo masculino, por lo que la mujer adoptó los trajes enterizos y los jeans o vaqueros. El rol de la mujer se iba asemejando más al del hombre y su imagen así lo demostraba.

La llegada del Bikini

En 1946, un ingeniero mecánico llamado Louis Réard, creó el primer bikini moderno. No tuvo buena acogida debido a que la prenda se consideraba muy reveladora, pero era la primera vez que una prenda femenina dejaba ver prácticamente todo su cuerpo.

Por supuesto, fue un gran escándalo.

Aquel bikini provocó que la Iglesia lo condenara, y varios países prohibieron esta prenda.

Sin embargo, esto no quedó en el olvido, y en 1951 Miss Mundo fue coronada vistiendo bikini en medio del escándalo, hecho que hizo que el concurso prohibiera esta prenda.

En 1962, Úrsula Andress apareció en la película de James Bond en una escena donde usaba esta prenda controvertida.

Y en la década de los 70, el bikini ya había sido adoptada por la mayoría de mujeres como un símbolo de libertad y autoestima.

El primer bikini del mundo
El primer bikini del mundo

La popularización de los jeans

La popularización de esta prenda llega de la mano de la famosa actriz, considerada todo un sex symbol de la época: Marilyn Monroe.

La popularidad de esta mujer era tal que, todo lo que se vistiese, se vendía. Por tal motivo, las marcas de ropa apostaban por su imagen.

En películas como Vidas rebeldes (The Misfits, 1961), donde la actriz interpretaba a un cowboy, permitieron que esta prenda se popularizara entre el género femenino.

Hasta aquel entonces, esta tela solo era exclusiva para la ropa masculina. Pero la acogida fue tal que empresas como Lee y Levi’s apostaron por estos jeans, siendo todo un boom.

En los años posteriores, llegó la creación de la minifalda, bajo la firma de la diseñadora inglesa Mary Quant, en 1966.

Con todo esto crece la liberación sexual femenina que, junto a la creación de la píldora anticonceptiva en los años 60, se produce un enorme cambio de autonomía para la mujer, que rompe todos los esquemas y demuestra que ellas podían llevar lo que quisieran como quisieran.

Ya en los años 80, la mujer tiene mucha más presencia laboral, y comienzan a surgir las llamadas career women. Estas son mujeres con formación académica superior, que acceden a puestos de trabajo que antes eran reservados para hombres.

Y con ello aparece también el llamado power dressing, inspirado en el traje formal masculino. La marca de ropa Armani popularizó esta prenda llamándola power suit, un traje de chaqueta sencillo y adaptado al cuerpo femenino.

En los 90 nace el movimiento Riot Grrrl. Este movimiento feminista nació en los Estados Unidos de la mano de géneros musicales como el Punk, el Rock, el Hardcore y el Heavy Metal, aludiendo que la mujer también podía ser parte de estos géneros musicales.

Con este movimiento buscaban dejar de lado el aspecto de “mujer delicada”, creando una imagen de mujer más “ruda”, y haciendo ver que no solo una “mujer bonita y de imagen delicada” es una mujer.

El Riot Grrrl incluía cortes de pelo de aspecto «mal cortado», labios rojos, y colores llamativos y atrevidos como el rojo o el negro, y muchas cadenas o accesorios metálicos fueron sus señas de identidad.

En su música, trataban temas que hasta el momento eran considerados tabú, con letras cuyo contenido se relacionaba con el abuso sexual, el acoso, la desigualdad de género, la homofobia y el empoderamiento femenino.

En resumen, la moda en el siglo XX fue una gran herramienta para que las mujeres fueran adoptando una postura de rechazo a lo convencional.

En el mundo de la moda, actualmente se ha conseguido una total igualdad entre hombres y mujeres. Al menos ya no existen colores ni telas que sean solo exclusividad masculina.

Bikini Kill
La banda de Punk "Bikini Kill"

Reflexión final

Sin embargo, no todas las mujeres del mundo gozan de los mismos privilegios. Y sobre todo aún existen países donde la religión es predominante y en la que la mujer no tiene la misma libertad que tiene en occidente.

A pesar de haberse conseguido importantes cosas para que se cierre la brecha que separaba, en términos de igualdad, al hombre y la mujer, aún hay cosas que se tienen que cambiar.

Un ejemplo de esto es el maltrato que miles de mujeres sufren en sus hogares a manos de sus parejas, y que muchas veces no son denunciados por miedo o vergüenza, o simplemente estos casos no son atendidos como deberían.

Otro tema sensible es también el abuso sexual. Mujeres que han sufrido este ataque, y que, al igual que el maltrato, no es denunciado por las mismas razones, muchas veces el agresor sale impune, y donde la víctima queda como la culpable, concluyendo que ella vestía de una forma provocativa.

En pleno siglo XXI, donde prácticamente hemos cerrado tantas brechas, resulta aún inverosímil que alguien pueda tener ese pensamiento.

Se puede entender que este pensamiento esté más arraigado a una sociedad no tan «avanzada»; no obstante, cuando esto sucede en una sociedad «modernizada», nos damos cuenta de que aún no hemos dejado de lado el pensamiento patriarcal o machista de siglos pasados.

Recordemos, por ejemplo, cómo hace pocos meses, en Irlanda, un país a la cabeza del progreso en muchos ámbitos, se vivió una situación que provocó una manifestación llena de ciudadanos indignados por la sentencia de un caso que recuerda a la vida en una sociedad de la Edad Media.

Sucedió que una joven de 17 años fue violada, y las leyes, lejos de protegerla, ya que se trataba de una menor de edad que además jamás había tenido relaciones sexuales, aludieron que ella había sido la culpable ¡por llevar una tanga!

Con tales declaraciones nos damos cuenta de que a nuestra sociedad aún le cuesta desprenderse de esos pensamientos tan arraigados al patriarcado y que tanto daño le hace a nuestra sociedad.

En casos peores, la víctima que sufre agresión física o agresión sexual es asesinada, y muchas veces el culpable no recibe condena o no recibe la condena que debería corresponderle. Y a los pocos años o meses está en libertad, sin demostrar arrepentimiento, y volviendo a cometer el mismo delito.

Hoy pregonamos la libertad e igualdad de la mujer, pero, ¿es realmente la mujer libre? Muchos dirán que sí, porque su libertad ahora le permite decidir por sí misma.

Pero no nos engañemos, no seamos conformistas, y no tratemos de ignorar.

A pesar de todas esas libertades, una mujer aún se ve restringida de usar esta libertad por completo.

En un mundo donde aún abundan psicópatas sexuales, ninguna mujer está a salvo, ni tendrá la libertad de poder sentirse segura al caminar sola por la noche sin sentir miedo a ser atacada.

Porque no se trata de si la mujer está usando poca ropa o tapando todo su cuerpo. El hombre agresor es psicópata en mayor o menor grado, pero psicópata al fin y al cabo, y se camufla bajo el aparentemente «inocente» pensamiento machista que se excusa en el «ella vestía indecorosamente».

Tengamos en mente que el violador no necesita ver a una mujer desnuda ni con poca ropa para llevar a cabo su violación, solo necesita saber que es una mujer para lograr su cometido.

Además, las violaciones a mujeres no son un problema de este milenio. Han existido durante todas las épocas; épocas donde la mujer no mostraba su cuerpo, tal y como hemos probado en todo este artículo. Y aún vestidas con prendas que las cubrían desde el cuello hasta los tobillos, sufrían violaciones.

Y ni siquiera hay que irse atrás en el tiempo. Incluso hoy, en países donde la mujer se cubre hasta el pelo, no viste igual que en occidente, y sigue siendo violada.

«La culpa es de la joven, porque llevaba tanga.»

¿No es, acaso, una excusa sin fundamento el seguir culpando a la vestimenta de una mujer?

Está claro que el machismo sigue muy impregnado en nuestra sociedad, que se sigue viendo a la mujer como en siglos pasados. “La pecadora que atraía todas las desgracias”, «la bruja», «la puta».

Hoy la mujer, a diferencia de anteriores siglos, tiene derechos y puede denunciar estos delitos. Pero no todas se atreven a hacerlo por temor a ser cuestionadas y ser avergonzadas, sin derecho a ser oídas. Si pasa en Irlanda, ¿qué más se puede añadir?

Y, como bien se sabe, no solo las mujeres adultas están propensas a estos psicópatas. También lo están las niñas.

Y hay que remarcarlo: decir que la mujer tuvo la culpa debido a su vestimenta, es un argumento sin ningún sentido.

En una sociedad donde presumimos de ser seres racionales e inteligentes, y que hace miles de años que nos hemos separado del mundo animal, es como cantar victoria antes de tiempo.

Parece que aún ese «gen animal» nos persigue y no nos deja evolucionar, haciendo que el hombre se comporte como un ser irracional al atacar a otro ser más indefenso para someterlo a sus deseos. Sin importar el sufrimiento de la persona a la que está sometiendo.

Esperemos que llegue un punto en que la humanidad haya evolucionado lo suficiente y que estos hechos no formen parte de la sociedad del futuro; que solo sean recordados como algo siniestro de nuestro pasado.

Tal vez esta sea la mayor lucha que hoy en día enfrenta una mujer. Y puede que lleve mucho más tiempo, tal vez siglos, para que una mujer no sea agredida sexualmente, y sobre todo para que un hombre no sienta el deseo de hacerlo.

Pero está claro que, aunque a muchos no les parezca, todavía queda mucho, mucho por progresar.

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