Nuestra historia nos ha contado la historia de muchas civilizaciones que fueron muy prósperas en su época, y las cuales dejaron grandes legados a nuestra humanidad.
Una de estas grandes civilizaciones fue la Antigua Roma, la cual es considerada una de las más influyentes de la historia; definió la historia y las costumbres de gran parte de la humanidad, cuyo legado aún perdura hasta nuestros días.
Como toda antigua civilización, la Antigua Roma estuvo llena de misterios y secretos. Veamos cuáles fueron aquellos.
1. Fundación de la ciudad de Roma
La fundación de la ciudad Eterna se le atribuye a Marco Terrencio Varrón en el 753 a.C. Sin embargo, existe un personaje legendario a quien también se le atribuye su fundación: Rómulo.
La leyenda nos cuenta que Rómulo y Remo al fundar la ciudad no se ponían de acuerdo en cuál debía ser el lugar elegido para ella.
Rómulo quería fundar la ciudad sobre el monte Palatino, mientras que Remo quería hacerlo sobre el Aventino.
La decisión final fue tomada a través de un ritual, en el cual constaba de ver más buitres posarse sobre el lugar elegido. Así que Rómulo ganó y se convirtió en el fundador.
Pero dejando la leyenda a un lado, la arqueología nos cuenta que Roma nació por la unificación de varios pueblos esparcidos por las colinas romanas.
2. El animal Totémico
De la leyenda de Rómulo y Remo nace el animal totémico de Roma.
La leyenda cuenta que una loba llamada Luperca amamantó a los gemelos en su infancia. De ahí que se convirtió en el símbolo de Roma.
De acuerdo con una interpretación, la loba representa a una prostituta, ya que a ellas se les llamaba “lobas” de manera despectiva. Esta interpretación simbolizaría el origen humilde de Roma, puesto que los gemelos eran perseguidos por su tío abuelo Amulio, rey de Alba Longa porque veía que ellos podrían ser una gran amenaza para su poder.
3. El origen de Roma según Virgilio
La leyenda de Rómulo y Remo no narra un origen de gran linaje; pero a pesar de ello, los romanos declaraban ser descendientes de un príncipe de la Edad de Bronce. Este mito dio paso para que Virgilio escribiera La Eneida, libro que se convertiría en el poema nacional de Roma.
El libro narra la travesía de Eneas, príncipe de los dárdanos, quien tuvo que escapar de Troya después que esta fuera incendiada por los griegos, en busca de un nuevo hogar para los suyos.
Eneas desembarcó en las playas del Lacio, donde se casó con la princesa latina Lavinia, y de la unión de ellos nacerían los Reyes de Alba Longa, la ciudad de origen de Rómulo y Remo.
4. El emperador Augusto y el poema de Virgilio
El emperador Augusto, insatisfecho con el origen de Roma, encargó al poeta Virgilio escribir una nueva historia con el propósito de glorificar al imperio atribuyéndole un origen mítico.
Augusto fue el primer emperador entre el 27 a.C. y el 14 d.C., a pesar que Roma aún seguía siendo una república. El periodo entre la república y el imperio es una transición un tanto no definida, ya que tanto Augusto como sus sucesores inmediatos oficialmente eran “princeps”, o sea “primeros ciudadanos”, y en su poder recaía en la acumulación de cargos legales, militares, religiosos y jurídicos, que en sí eran republicanos.
5. El origen del emperador Augusto
El nombre de Augusto era Cayo Octavio Turino. El estatus que adquirió se debió a que fue adoptado por Julio César, quien era un pariente lejano.
Julio César fue importante líder político y militar, llegando a ser uno de los líderes más exitosos de aquella época. Llegó a conquistar grandes territorios para Roma y tenía gran poder político y militar, tanto que un grupo de senadores conspiró para asesinarlo.
Julio César carecía de hijos varones y su única hija había fallecido, de tal manera que incluyó en su testamento a Augusto, a quien no sólo le heredó todos sus bienes sino también sus títulos.
6. La tiranía de los emperadores
Había emperadores que cuidaban su imagen y que no querían ejercer su poder de una forma tirana, debido a que los ciudadanos romanos sentían repudio por la monarquía.
Sin embargo, hubo un emperador que se ganó el título al más tirano de la historia de Roma. Hablamos de Calígula, el emperador que ejerció todo su poder sin ningún límite, siendo recordado como uno de los emperadores más despiadados.
Calígula no sentía respeto por las instituciones romanas, tanto así que quiso nombrar cónsul a su caballo (hecho que no pudo llevarse a cabo debido a que fue asesinado antes).
Hoy en día se ha estudiado la posibilidad de que este emperador haya tenido alguna enfermedad mental, ya que tras haber sufrido una grave afección su carácter empeoró notablemente.
7. Carreras de carros tiradas por caballos
Uno de los espectáculos preferidos por los romanos eran estas carreras. Se realizaban en un estadio conocido como “Circo”, palabra que proviene del latín “circus” que significa “círculo”, refiriéndose al estadio con forma de anillo alargado.
En dicho círculo se disputaban estas carreras de carros en Roma, llamadas «bigas» (arrastrado por 2 caballos) y «cuadrigas» (arrastrado por 4 caballos).
A los conductores se les llamaba «aurigas» y en su mayoría eran esclavos, aunque muchos de ellos seguían compitiendo después de habérseles otorgado la libertad. Los aurigas gozaban de gran popularidad y sus vidas corrían gran peligro puesto que las carreras eran bastante mortales.
8. Las naumaquias
La fama del pueblo romano también se debe a sus sanguinarios espectáculos. Uno de ellos eran unas batallas navales llamadas Naumaquias, las cuales eran simuladas como obras teatrales y se realizaban en fosas o en anfiteatros.
En su mayoría, estas batallas reproducían una batalla histórica o un enfrentamiento entre pueblos enemigos. Los combatientes eran esclavos de la etnia perdedora y su destino era morir para diversión de los espectadores.
Julio César fue el primero en realizar una naumaquia. El motivo fueron sus triunfos. Y se conoce que cuatro emperadores más realizaron este evento. El coste muy elevado que llevaba organizar este evento hacía que fueran algo poco común.
9. Las gladiatrix
Se suele pensar que estos combates eran los más sanguinarios, no obstante esto no siempre fue así, ya que muchas veces no llevaba a la muerte al vencido.
En su mayoría los gladiadores eran hombres porque estos eran prisioneros de guerra. Pero a pesar de ello, existían mujeres que también se dedicaban a esto y se les llamaba gladiadoras o gladiatrix.
Aunque solo en ocasiones se podía ver este espectáculo debido a que la sociedad romana no veía con buenos ojos que una mujer combatiera. Es así que los espectáculos con mujeres se consideraba exótico y original. Sin embargo, la sociedad más conservadora rechazaba este espectáculo con mujeres, por lo que el emperador Septimio Severo prohibió los combates entre gladiatrix.
10. Los baños públicos
Las termas fueron grandes obras de ingeniería, eran baños públicos y su coste era bastante asequible, por lo que la gente menos privilegiada económicamente podía acudir (los esclavos también). Y solo una parte privilegiada podía permitirse tener baños privados (balnearios).
La función de las termas no solo era la higiene, sino también una función social, porque la gente había hecho de ellas el lugar preferido para reunirse y hablar de temas en común. Muchas veces hasta se cerraban negocios.
11. El mos maiorum
Las costumbres en la Antigua Roma tenían una gran importancia social. Un buen ciudadano era el que conocía el “mos maiorum”, que era las costumbres y valores que los romanos practicaban desde tiempos arcaicos.
Estas costumbres eran normas y códigos morales sobre el comportamiento que debía tener cada ciudadano respetable ante los ojos de sus semejantes.
Un buen ciudadano romano era aquel con un comportamiento honesto hacia los demás ciudadanos, y que mostraba respeto por los dioses y era leal al Estado. Además de ser agradecido con quien le había ayudado, y mostrando piedad por aquellos que dependían de su favor.
A medida que Roma se iba expandiendo, hubo quienes criticaron la influencia de costumbres extranjeras porque «contaminaban» la sociedad.
12. El foro
Un ciudadano romano exitoso era aquel que tenía participación en la política, religión o que llegaba a tener fortuna con los negocios. Estas tres actividades importantes se ejercían en un espacio muy importante en la ciudad llamado “el foro”.
El foro era el centro de la vida pública de la ciudad, en el cual desarrollaban una gran variedad de actividades. Este lugar no obedecía a una función específica, sino que se iba adaptando a las necesidades que iban surgiendo en la vida pública de los ciudadanos.
13. Una travesía con elefantes
Los romanos eran muy buenos conquistadores y eso les valió llenarse de enemigos. Los romanos y cartagineses se enfrentaron en tres grandes guerras conocidas como Guerras Púnicas.
En la segunda de ellas, fue cuando el General Aníbal Barca organizó una de las más grandes hazañas de la historia: atravesar los Alpes con un ejército de elefantes de guerra. Los romanos se llenaron de pánico.
Aníbal logró llegar a las puertas de Roma, sin embargo, no pudo tirar las murallas que protegían a la ciudad, terminando con la derrota de los cartaginenses.
14. La decadencia del imperio
Roma llegó a poseer un vasto imperio que finalmente se volvió muy difícil de gobernar y terminó dividiéndose en dos partes. La primera parte occidental del imperio fue la primera en caer en el año 476 d.C.; mientras que la parte oriental fue la más favorecida, tras haber heredado ricos territorios y una gran red de comercio. Esto no sucedió con la parte occidental porque dependía del apoyo otros pueblos del norte de Europa, y finalmente estos se volvieron en su contra y sus reyes sustituyeron a los emperadores romanos.
15. El Imperio de Oriente
Este imperio siguió próspero durante varios años más, casi mil años. A este imperio se le llegó a conocer como Imperio Bizantino.
Un dato curioso es que el término “Imperio Bizantino” no se usaba en aquellas épocas, su uso surgió en el siglo XVI cuando este ya llevaba un siglo de haber desaparecido. El nombre proviene del Bizancio, nombre antiguo de Constantinopla, hoy Estambul.
En aquella época se llamaba Imperio Romano, puesto que se consideraba heredero de este. Su decadencia empezó con la expansión de los imperios islámicos en el este, más la presión que ejercían las potencias medievales europeas en el oeste. Y con todo esto el imperio cayó en manos de los Otomanos en el año de 1453.
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