Últimamente se ha dado mucha importancia al uso del protector solar debido a que este puede bloquear los rayos ultravioleta que tanto daño nos ocasionan en la piel.
Sin embargo, este producto puede afectar a una parte de nuestro ecosistema. Se trata de los ríos, puesto que en este medio es el hábitat de muchos organismos y algunos de ellos resultan perjudicados, como es el caso de las pulgas de agua.
Los protectores solares en sus componentes incluyen ingredientes como Avobenzona, oxibenzona y octocrileno, los cuales permiten proteger nuestra piel de la radiación ultravioleta (rayos UVA). Las dosis que estos protectores solares contienen son inocuas para los seres humanos, no siendo así para los ecosistemas de agua dulce, ya que al nadar el protector solar se desprende.
Un grupo de Biólogos de la Universidad de Alberta (Canadá) ha realizado un estudio donde comunica que la exposición prolongada de estos filtros solares es muy perjudicial para ciertos organismos como las pulgas de agua (también se les conoce como Dafnias, Daphnia magna). Estos organismos son muy pequeños, llegan a medir entre cinco y seis milímetros de longitud y se alimentan de fitoplancton. El estudio fue publicado en la revista Science of the Total Environment.
El autor principal del estudio, Aaron Boyd, afirmó que se sabe que estos filtros ultravioleta son devastadores para los arrecifes de coral porque los blanquean, pero poco se sabe del daño que pueden ocasionar a los organismos de agua dulce, ya que no existen tantos estudios al respecto.
El experimento de los protectores solares en el agua
Los científicos lograron demostrar que la presencia de estos filtros en el agua durante 48 horas impidió que estos crustáceos pudieran nadar. Si esta exposición se mantiene durante 48 días (algo normal en las playas concurridas) el impacto para las dafnias fue letal.
Boyd señala que esto es realmente muy nocivo para los ecosistemas de agua dulce, ya que las pulgas de agua dulce cumplen un rol importante en la cadena alimentaria, sirviendo de alimento a especies de peces más pequeños.
Su desaparición causaría un impacto medioambiental más grave de lo esperado, las especies que se alimentan de ellas corren el riesgo de morir de hambre, pudiendo a su vez provocar el colapso del ecosistema local.
Sin embargo, este experimento también demostró que los crustáceos son capaces de recuperarse una vez se haya eliminado la contaminación, puesto que estos químicos tienen corta duración en el medio ambiente. Con lo cual, si se elimina toda fuente de contaminación, existe la posibilidad de que los organismos de estos ambientes se recuperen.
Para los científicos es una buena señal. Y para nosotros también.
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