El rol femenino dentro de nuestra sociedad no siempre fue el mismo, la liberación femenina es una lucha que las mujeres tuvieron que dar arduamente para tener el rol que hoy tienen en la sociedad.
El movimiento feminista fue uno de los movimientos más importantes dados en el siglo XX. Este movimiento nació para que la mujer sea tratada como una ciudadana gozando de los mismos privilegios que un hombre (voto, estudios e independencia laboral).
Hay que comenzar teniendo en cuenta que una mujer no era considerada como una ciudadana y prácticamente se le anulaba de la sociedad.
A diferencia de lo que muchos creen erróneamente hoy día, este movimiento no nació para competir con el hombre o tratar de ser superior a él, sino para que ambos sexos sean tratados con igualdad ante una sociedad que siempre marginó y reprimió al género femenino.
«Feminazismo», un término opuesto
Últimamente, el término feminismo se ha malinterpretado hasta el punto de llegar a manipular a las masas, y como resultado tenemos la palabra feminazi, un término despectivo en contra del verdadero feminismo y que alude que esta corriente no busca la igualdad.
Esto es totalmente falso, ya que la liberación femenina a través de la historia ha buscado la igualdad de la mujer y el hombre en la sociedad desde sus inicios y, por consiguiente, hoy en día la mujer goza de privilegios por los que tanto lucharon miles de mujeres en el pasado.
En definitiva, un movimiento que nació como una lucha por la igualdad se ve estropeado por personas que han tratado de tergiversar su contenido.
La palabra feminazi no nació como parte de un movimiento social. Quien la popularizó fue, en los años noventa, el presentador de programas de radio Rush Limbaugh entre sus oyentes, referiéndose a las feministas radicales.
Sin embargo, dicho término se usó para atacar al movimiento feminista en su totalidad. Por consiguiente, hoy vemos este término muy ampliamente usado peyorativamente en contra de cualquier mujer que alce su voz.
¿Cuándo comenzó la liberación femenina?
Se ha planteado que el primer movimiento de liberación femenina nació en el año de 1789 cuando la Revolución Francesa estalló. Es aquí cuando las mujeres se unieron a los hombres para reclamar sus derechos en el plano legal y político.
No obstante, todo pasó a quedar en segundo plano, de manera que todo el esfuerzo que las mujeres hicieron no fue suficiente para que se les considerara ciudadanas.
Una de las precursoras de este movimiento fue la francesa Olympe de Gouges, quien en 1791 escribió la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, donde denunció que la mujer había sido olvidada tras finalizar la revolución.
Dicha declaración fue escrita con motivo de que ninguno de los pedidos de las mujeres durante la revolución habían sido aceptados, y dejando en claro que aún estaban en gran desventaja frente al hombre, especialmente en sus derechos a la educación y al voto.
Las mujeres seguían siendo consideras inferiores y eran representadas por sus progenitores, esposos e incluso hijos.
Ya en el siglo XX, el movimiento feminista cobra más fuerza debido a la Primera Guerra Mundial.
La mujer se enfrenta a grandes cambios sociales. Ahora es reclutada para cubrir puestos que antes eran exclusivamente del hombre.
A partir de este momento es cuando por fin nace un verdadero movimiento por la liberación femenina. La mujer no descansará hasta tener los mismos derechos que un hombre.
¿Cómo fue el rol de la mujer en las antiguas civilizaciones?
Los sumerios
Se dice que, en los periodos más tempranos, la mujer poseía más libertad. Tanta, que podía comprar y vender, poseer propiedades, hacer negocios y ocuparse de asuntos legales cuando su marido estaba ausente.
Pero a medida que el poder militar fue adquiriendo más fuerza, esta libertad se fue perdiendo.
En el tema de la educación, no era bien visto que una mujer recibiese ningún tipo de enseñanza. Algunas veces solo las hijas de los nobles tenían este privilegio, siempre que su progenitor no hiciese tanta distinción entre sus hijos varones y mujeres.
Lo más frecuente era que las mujeres tuvieran oficios en el campo, como por ejemplo siendo ganaderas.
El divorcio existía en esta sociedad para ambos sexos, pero para la mujer no resultaba nada fácil solicitarlo, como sí lo era para el hombre. Si él lo solicitaba, no tenía que dar razones para ello, era concedido inmediatamente.
Por su lado, si la mujer lo solicitaba, tenía que intervenir la ley y demostrar que la culpa de la separación era del marido.
Si esta lograba demostrarlo, podía irse a vivir con sus hijos a casa de sus padres; pero si no lo hacía perdía todo y el marido podía obligarla a ser su sirvienta.
A todo ello se sumaba una violenta prueba para que ella pudiera demostrar su inocencia. La prueba consistía en que la mujer era arrojada al río. Si era inocente, los dioses la salvarían; y si no lo era, se ahogaría.
Oír esto hoy en día puede parecer un chiste de mal gusto, pero era tal y como sucedía en aquel entonces.
Los egipcios
La liberación femenina a lo largo de la historia ha surfido idas y venidas.
Se puede decir que la mujer en la cultura egipcia disfrutaba de mayores derechos civiles. Tanto así que tenían gobernantes mujeres, como es el caso de la conocida Cleopatra.
Las distinciones legales se basaban a menudo más en la clase social que en el género.
La mujer en el antiguo Egipto compartía algunos derechos económicos y jurídicos similares a los hombres, lo cual era inusual para la época.
La mujer egipcia tenía el derecho legal de vender bienes, incluyendo tierras, sirvientes, ganado, esclavos e incluso dinero.
Tenían derecho a controlar sus propios bienes según lo consideraran necesario. Asimismo, tenían el poder de participar en la negociación de contratos legales.
En cuanto a la educación, las mujeres de clase baja no eran muy alfabetizadas, a diferencia de las de clase media y alta.
Las mujeres eran libres de salir en público y trabajar, aunque su primordial trabajo, incluso dentro de la clase media y alta, era el de las tareas del hogar.
Las reinas y las princesas a menudo se desempeñaban como líderes junto a sus esposos, en lugar de ser sólo acompañantes.
Mientras que las mujeres en la nobleza y en la alta burguesía a menudo administraban haciendas para las familias, algunas tenían incluso el poder de cambiar leyes.
Aun así, el hombre seguía teniendo más poder que ella. Por ejemplo, dentro del matrimonio el hombre gozaba de la poligamia, pudiendo tener varias esposas.
Los griegos
La Antigua Grecia era una sociedad democrática pero patriarcal, por lo tanto el papel la mujer estaba destinado al hogar y no era considerada una ciudadana, no disfrutando de derechos civiles.
La religión fue su escape, ya que algunas podían ser sacerdotisas que cuidaban los templos.
La Antigua Grecia tenía como figura femenina importante a la diosa Atenea, sin embargo, esto no era suficiente para que la mujer disfrutara de mejores privilegios en su sociedad.
Platón era el único de los filósofos que consideraba que la mujer debía ser educada para tener acceso a todas las mismas labores que el hombre. Los demás grandes filósofos ni siquiera defendían a la mujer como ciudadana.
Aristóteles veía a la mujer como un ser con fines únicamente reproductores y decía que su virtud era el silencio, dando a entender que una mujer debía ser sumisa.
Los romanos
En la cultura romana, la mujer gozaba de mayor libertad que en la antigua Grecia, aunque seguía teniendo muy pocos privilegios con respecto al hombre.
El estatus de una mujer hacía limitar su autonomía; cuanto más alto era, de menos libertad gozaba. Por ejemplo, en el hogar, podía supervisar y administrar las gestiones de la casa, pero su rol sólo ahí se quedaba.
Durante la convivencia, era común la violencia física hacia la mujer, ya que se percibía como signo masculino de pasión y deseo sexual.
No se les reconocía el derecho a la sexualidad, estaba relegado sólo a la reproducción. Y cuando esta llegaba a la menopausia, con ello también llegaba el cese de toda actividad sexual, ya que la sexualidad femenina solo era bien vista en términos reproductivos.
En resumen, todas las grandes civilizaciones tenían casi el mismo criterio hacia la mujer: un ser débil menos inteligente que el hombre. Por tal motivo no tenía derechos ciudadanos y solo servía para la reproducción.
Pero no todo ha sido siempre tan oscuro, hay momentos de orgullo en la liberación femenina a lo largo de la historia que hacen mantener la esperanza.
En la segunda parte de este extenso artículo veremos el rol de la mujer desde la Edad Media hasta la Revolución Industrial, momento en el que surge un apogeo de la revolución femenina, cuando las mujeres dan un gran paso en la lucha a favor de la igualdad de derechos y condiciones con respecto al hombre.
La Liberación Femenina a través de la Historia (2ª Parte)
Continuando con la segunda parte de este extenso artículo, conoceremos la historia de la mujer desde la Edad Media hasta la Revolución Industrial.
La Mujer en la Edad Media
La Edad Media fue un largo periodo de diez siglos de duración en los que la sociedad occidental ha ido sufriendo importantes cambios en cuestión de derechos.
En cuanto al rol de la mujer, en la Edad Media tampoco fue mejor que en las culturas pasadas; la mujer seguía siendo objeto de su marido y este podía ejercer todo su poder sobre ella si esta se revelaba.
Por no decir que las mujeres que eran siervas o esclavas no tenían derecho a casarse.
En la alta burguesía, las mujeres tenían mejor suerte ya que aprendían a leer y escribir, además de ser adoctrinadas en el cristianismo. En la Iglesia cobra vital importancia la imagen de las Santas y las monjas.
En el campo, las mujeres eran menos favorecidas. Su educación era precaria y su trabajo era arduo, ya que no solo se ocupaban de las labores domésticas, sino también trabajos de campo como agricultura y ganadería.
La Mujer en la Edad Moderna
A modo de adelanto, durante este periodo el rol de la mujer tampoco cambia mucho. Prácticamente continúa siendo el mismo que tenía en la Edad Media.
Autores como Fray Luis de León, en su libro La Perfecta Casada, alentaba a la mujer a solo leer ciertos libros, entre ellos, La Biblia. También, en su obra, el autor desalentaba a las mujeres a leer cualquier otro tipo de literatura porque creía que esta podía llevarla por el mal camino.
La práctica religiosa era una manera de tener vida social debido a que tenían pocas posibilidades de salir a la calle, y con la realización de estas prácticas las mujeres encontraban un escape a su vida rutinaria.
Sin embargo, no todas las mujeres estaban conformes con su situación, y he aquí donde resalta la figura de Christine de Pizan.
Christine nació en Venecia, pero era parte de la corte francesa. Por ende, fue educada como una princesa recibiendo educación privilegiada.
En el año de 1405 publica su obra llamada La Ciudad de las Damas, donde aborda temas muy controversiales para la época, tales como la supuesta inferioridad física de la mujer, la justificación de la violación, el impedimento de participación política en la ciudad por parte de las mujeres, y los matrimonios impuestos, entre otros.
Por su lado, Sir William Petty, un economista, filósofo y científico inglés, también apoyaba que la mujer debía ser alfabetizada, llegando a declarar lo siguiente:
“Algún día la aritmética y conocimiento de contabilidad adornarán a las muchachas mejor que un vestido de encaje y las protegerán del frío mejor que los abrigos de pieles.”
De este modo, apoyaba que la mujer debía tener derecho a recibir una educación igualitaria, haciendo ver que el conocimiento sería incluso la mejor arma de seducción de una mujer.
La Mujer en la Edad Contemporánea
El papel de la mujer al comienzo de la Edad Contemporánea es clave. Este es el periodo que nace a partir de la Revolución Francesa y se posterga hasta la actualidad.
La Revolución francesa fue un proceso revolucionario, social y político, ocurrido entre 1789 y 1799. Esta revolución trajo consigo un periodo de grandes cambios en los que se instaura la primera república al abolirse la monarquía. Atrás quedaba la economía basada en el feudalismo y se implantaba así el capitalismo.
Se sabe que la mujer tuvo gran participación durante esta revolución, ya que miles de mujeres, hartas de la escasez y de los altos precios, decidieron tomar las calles de Paris entre los días 5 y 6 de octubre de 1789, protestando por las injusticias que sufrían y liderando una marcha histórica que las condujo hasta el Palacio de Versalles.
Cabe resaltar que en este periodo la mujer seguía siendo considerada inferior al hombre y su único propósito era concebir.
Los derechos políticos de las mujeres eran inexistentes, por tal motivo reclamaban igualdad para ser tratadas como ciudadanas.
También entre sus reclamos estaba el derecho al divorcio y a recibir una educación completa y adecuada.
Nicolás de Condorcet
Las mujeres encontraron en la figura de Nicolás de Condorcet a un aliado a favor de su lucha. Este personaje fue un filósofo, científico, matemático, político y politólogo francés quién apoyaría la causa feminista y lucharía para que la mujer sea considerada ciudadana.
En 1790 publicó Sobre la Admisión de las Mujeres en el Derecho de Ciudadanía, del cual podemos extraer fragmentos como los siguientes:
«¿No han violado todos los hombres el principio de igualdad de derechos al privar, con tanta irreflexión, a la mitad del género humano de concurrir a la formación de leyes, es decir, excluyendo a las mujeres del derecho de ciudadanía?
¿Puede existir una prueba más evidente del poder que crea el hábito incluso cerca de los hombres eruditos, que el de invocar el principio de la igualdad de derechos (…) y olvidarlo con respecto a doce millones de mujeres?»
Condorcet reclamaba que se hablaba de igualdad pero se excluía a la mujer como ciudadana dejándola en segundo plano otra vez. De nada había servido todo el esfuerzo de la lucha de las mujeres contra el sistema durante los días 5 y 6 de octubre.
Por su lado, los revolucionarios franceses estaban dispuestos a agradecerles pero no a reconocerlas como ciudadanas.
Aquello era algo muy contradictorio, puesto que pregonaban libertad e igualdad, pero sin embargo esa libertad no era para la mujer sino seguía siendo un privilegio para el hombre.
Mujeres que cambiaron un sistema gracias a su iniciativa seguían siendo vistas como algo insignificante.
Olympe de Gouges
Otra figura muy importante fue la de Olympe de Gouges, a quien mencioné en la primera parte de este artículo.
Esta mujer fue una gran precursora de este movimiento para la liberación femenina, llegando a enfrentarse a figuras como Robespierre, criticando durante su política, considerándola como riesgo de dictadura.
Olympe de Gouges no sólo defendía los derechos de la mujer, sino también la abolición de la esclavitud.
En 1785 presentó en el teatro la Comédie-Française, una obra cuyo contenido era la crítica a la esclavitud, hecho por el cual fue encarcelada en la Bastilla, pero fue liberada al poco tiempo por la influencia de sus amistades. En 1789 denunció el matrimonio de las niñas.
Ella exigía la igualdad de derechos de todos los ciudadanos independientemente de su sexo, color de piel o ingresos.
Otra de sus fuertes exigencias era el derecho al divorcio, privilegio que sólo pertenecía al hombre.
Asimismo, denunció la pena de muerte.
En 1791, la Asamblea Constituyente aprobó la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Con esta ley, la mujer volvía a quedar otra vez en el olvido porque ninguno de estos artículos la beneficiaba, y seguía siendo vista como algo insignificante y objeto de su marido.
La declaración también limitaba el derecho al voto a varones menores de 25 años, y solamente podían votar aquellos que eran mayores de 25 y que pagaran una contribución superior al valor de tres jornales.
Prácticamente, los varones menores de 25 años, las mujeres y las personas sin residencia fija no tenían participación en la vida pública.
Al sentirse indignada por aquella declaración, de Gouges optó por escribir su propia declaración, titulándola Declaración de los Derechos de la Mujer y la Ciudadana, y cuyo encabezado empezaba así:
«Hombre, ¿eres capaz de ser justo? Una mujer te hace esta pregunta.»
Su texto es uno de los primeros que proponen la emancipación femenina en sentido de igualdad de derechos, además de la equiparación jurídica y legal.
En junio de 1973, sacaron de escena política al grupo moderado y federalista denominado Girondinos, grupo del cual ella era partidaria.
Este hecho hizo que en agosto del mismo año fuera arrestada, acusada de ser la autora de un panfleto a favor de ellos.
Ya en prisión, fue herida, padeciendo serias infecciones. Aún así siguió luchando, y desde la cárcel reclamó ser juzgada para poder defenderse de las acusaciones y evitar al Tribunal Revolucionario.
Sin embargo, el 2 de noviembre, tras 48 horas de haber sido ejecutados sus amigos girondinos, Olympe de Gouges fue llevada ante el Tribunal Revolucionario para ser juzgada, sin tener derecho a un abogado. El tribunal la sentenció a muerte por haber defendido un Estado federado.
El 3 de noviembre de 1793 fue ejecutada en la guillotina.
Mientras, en Gran Bretaña se producía el movimiento sufragista, liderado por Mary Wollstonecraft, quién en 1792 publicó su obra titulada A Vindication of the Rights of Woman, donde consideraba que:
«Ambos sexos deberían educarse juntos, no sólo en las familias privadas sino también en las escuelas públicas […] especialmente porque el matrimonio es la base de la sociedad.» […] (pedía que las mujeres) «se convirtieran en ciudadanas ilustradas, libres y capaces de ganar su propia subsistencia, e independientes de los hombres.»
La Mujer durante la Revolución Industrial
La llegada de la Revolución Industrial trajo consigo muchos cambios sociales. Supuso una nueva era de modernidad y desarrollo económico.
No obstante, esa modernidad trajo consigo un retroceso para la economía de la mujer, ya que ellas se encargaban de la producción artesanal en las viviendas y con ello contribuían a los ingresos económicos de su hogar.
Había fábricas que contrataban a mujeres, pero para que una mujer trabajase ahí esta debía cumplir con ciertos requisitos como el de ser soltera. Además, su salario era precario con respecto al del hombre.
El trabajo femenino se consideraba como una desviación de sus obligaciones, por lo que al casarse una mujer, o al tener su primer hijo, dejaba su trabajo porque no existían permisos por maternidad ni tampoco por enfermedad.
Durante este siglo XIX es cuando nacen los primeros movimientos de liberación femenina.
En 1848 se produjo en EE.UU. el primer documento colectivo en defensa de los derechos de la mujer, la Declaración de Seneca Falls, cuyo documento estaba firmado por sesenta y ocho mujeres y treinta y dos hombres lideradas por Elizabeth Cady Stanton y Lucretia Mott.
En dicho documento se reclamaban los derechos civiles de una mujer tales como el derecho al voto, a poseer propiedades, a dedicarse al comercio, y a tener su propia cuenta bancaria, entre otros.
El 19 de julio de 1848, en el Estado de Nueva York, este documento fue aprobado.
En Gran Bretaña, la figura de John Stuart Mill cobra vital importancia para la mujer debido a que este defendía su derecho al voto.
En 1865 fue electo al parlamento de dicho país, desde donde hizo una campaña para incluir el sufragio femenino, pero fue derrotado. El parlamento era exclusivamente de hombres.
Sus demandas no fueron escuchadas en el Parlamento Británico, pero sí en la sociedad.
En 1869 publicó un libro titulado La Esclavitud Femenina, donde denunciaba las desigualdades legislativas y sociales de la mujer, y planteaba que tanto la mujer como el hombre debían tener los mismos derechos.
Dicho libro se publicó en varios países, fomentando la expansión del movimiento sufragista, clave en la liberación femenina.
Y es así como las primeras defensas por los derechos de las mujeres avanzaron por la obtención del sufragio femenino.
En la tercera parte veremos cómo fue la lucha de la mujer en el siglo XX, llegando finalmente hasta nuestros días.
La Liberación Femenina a través de la Historia (3ª Parte)
Bienvenida/o a la tercera y última parte de este extenso documento, a fin de conocer cómo fue la ardua lucha del movimiento feminista para conseguir tener los mismos derechos que un hombre.
El Siglo XX y el Sufragio Femenino
En el artículo pasado, hablamos de la lucha del movimiento feminista por conseguir el sufragio. En 1902, en Gran Bretaña, este movimiento sufragista saltó a la opinión pública con la organización de la Women’s Social and Political Union, bajo la dirección de Emmeline Pankhust, quien se hizo presente con una intensiva agitación pública por el derecho al sufragio femenino.
Finalmente, consiguió el voto para las mujeres inglesas en el año 1918. Mientras tanto, el voto femenino iba cobrando mayor fuerza a nivel internacional y se convertía en uno de los mayores logros de la liberación femenina.
A mediados del siglo XX ya se había conseguido que muchos países aceptasen el sufragio femenino. Aunque Nueva Zelanda fue el primer país que otorgó el sufragio femenino antes del siglo XX, en 1893, gracias al movimiento liderado por Kate Sheppard. Eso sí, a las mujeres sólo se les permitía votar, mas no presentarse a elecciones como candidatas.
En Australia del sur se aprobó a inicios del siglo XX, en el año 1902, y en Tasmania en 1903.
En Europa, el primer país que autorizó el derecho al voto tanto para hombres como para mujeres a la misma vez, fue Finlandia, en 1906.
En Estados Unidos fue en 1920 cuando se aprobó el derecho al sufragio de la mujer, pero sólo a la mujer de piel blanca. Ya en 1965 se consiguió el sufragio femenino a todas las mujeres independientemente de su etnia.
En Latinoamérica, el primer país en otorgar el sufragio femenino fue Uruguay en 1927, aunque solo en un plebiscito local; sin embargo, para participar en una elección nacional tuvieron que pasar once años más, hasta 1938.
Realmente, fue en Ecuador, con la doctora Matilde Hidalgo, en el año 1924, quien se convirtió en la primera mujer latinoamericana en ejercer su derecho a voto en una elección nacional, tras haber solicitado al Consejo de Estado votar en las elecciones legislativas.
Por lo tanto, varias mujeres de la región de la costa pudieron ejercer su derecho a voto en Ecuador, en diciembre de ese mismo año. Pero fue ya en 1929 cuando se logró el sufragio femenino en todo el país.
En Europa, el último país en conceder el sufragio femenino fue Suiza, en 1971.
Y el último país del mundo del que se tiene constancia en aprobar el derecho al voto femenino ha sido Kuwait, en el año 2005.
Aún hoy día existen países donde la mujer no tiene derecho a voto.
La Mujer en la Primera Guerra Mundial
Tras la llegada de la Primera Guerra Mundial, el sector productivo se ve paralizado por la falta de mano de obra.
Y es aquí donde las mujeres cobran vital importancia en la producción, empiezan a ser reclutadas para asumir trabajos y responsabilidades que antes no habían estado disponibles para ellas.
En Alemania fueron reclutadas para tareas de abastecimiento y trabajos armamentísticos. En Francia, además de trabajar en fábricas de armamento, también cubrían los puestos de enfermería; mientras que en Gran Bretaña, a aparte de su labor en fábricas de armamento y enfermería, también trabajan en bancos.
Con todo ello, el número de mujeres en el comercio aumentó a casi 1 millón.
También en Rusia hubo una unidad de combate exclusiva de mujeres.
Muchos obreros se sentían amenazados por su nueva competencia, y temían que su salario se viera reducido. Es cuando las mujeres empiezan a exigir una igualdad salarial.
En julio de 1915, en Francia, el gobierno aprobó una ley de salario mínimo para las mujeres que trabajasen en las fábricas textiles, y dos años después se estableció la igualdad salarial entre hombres y mujeres en el mismo sector.
A pesar de todo ello, las mujeres temían porque que su trabajo fuera temporal, ya que no se había logrado una total seguridad en este sentido.
De tal modo que, al finalizar la guerra, los gobiernos se dispusieron a quitar a las mujeres de sus puestos de trabajo. Por lo que en 1919, en Inglaterra, había 650.000 mujeres desempleadas. Además, los salarios de las que aún trabajaban disminuyeron.
La Liberación Femenina a través de la Moda
La moda también fue parte de esta revolución, ya que la mujer, al intentar vestirse como ella quisiera, iba manifestando su intención de liberación femenina a través de esta.
Tanto así que en 1890, en Francia, se decretó una ley que ponía en prisión a aquella mujer que se atreviese a usar pantalón.
En el año 1915, la feminista puertorriqueña Luisa Capetillo fue detenida por usar pantalón en público.
En plena guerra mundial es cuando el armario femenino da un gran giro, dejando de lado el tradicional vestido y comenzando a usar pantalones y chaquetas. Prendas que por aquel entonces eran netamente masculinas. Esto dio lugar a la aparición del traje de chaqueta femenino.
No obstante, el cambio más radical llega con la aparición del pelo corto a raíz de poder trabajar más cómodamente, puesto que el cabello largo corría el riesgo de enredarse en las máquinas.
La figura de la que hoy en día es considerada como una de la grandes diseñadoras de la alta costura nace en este tiempo: Coco Chanel.
De nombre real Gabrielle Chanel, era una mujer que usaba ropa de su marido, como pantalones y corbatas, porque consideraba que «las mujeres no parecían humanas y sus ropas eran contra natura«.
Coco Chanel y su contribución a la Liberación Femenina
Impulsó el uso del pantalón ajustado a las pantorrillas, toda una provocación para una época en la que mostrar los tobillos se consideraba indecente.
Coco Chanel diría lo siguiente con respecto a la vestimenta femenina:
«Yo les devolví su libertad. Les di brazos y piernas de verdad, movimientos que eran auténticos y la posibilidad de reír y comer sin tener necesariamente que desmayarse.»
Lo dijo refiriéndose a los pomposos vestidos que se usaban, los cuales, además de ocultar las piernas, añadían apretados corsés que muchas veces les impedía hasta respirar.
En 1926, Coco Chanel vuelve a marcar tendencia con el Little Black Dress. Con este vestido revolucionó el armario femenino. Atrás iba quedando el ostentoso vestido, y ahora la mujer podía lucir su figura en un vestido ajustado, además de poder mostrar sus piernas.
Coco Chanel consideraba que aquello era una forma digna de vestir usando un color serio y respetable.
Ella rompió con todos los esquemas del armario femenino. Con lo cual, la moda nunca más volvió hacia atrás y la mujer empezó a vestirse como quería, dejando ver que tenía todo el derecho a vestir de forma libre.
El estilo Garçonne y las Flappers
Es un estilo que nace en Paris en 1920, estilo con el cual la mujer busca vestirse de manera andrógina, usando trajes masculinos como el esmoquin, o en traje y corbata. Y usando el cabello muy corto, corte de cabello conocido como bob cut.
Este movimiento tiene sus orígenes en un periodo de liberalismo social plagado de turbulencias sociales, donde la mujer aprovechó para imponer su figura y no volver al pasado.
Mientras tanto, en los Estados Unidos de esta misma década nacen las Flappers, chicas que eran consideradas rebeldes por su estilo moderno e independiente.
Las flappers, además de llevar el cabello al estilo bob cut, usaban vestidos cortos holgados, sin corsé. Atrás iba quedando aquella incómoda prenda. Además, combinaban estos vestidos con accesorios masculinos como bastones, sombreros, monóculos o boquillas, con las cuales fumaban en público. Todo un escándalo para la época.
Estas chicas bailaban y escuchaban música inadecuada para una mujer de esa época, como lo era el jazz. Además de conducir, beber licor y usar mucho maquillaje.
Por su lado, a la actriz alemana Marlene Dietrich le encataba llevar tuxedo (esmoquin), por lo que en 1930 el jefe de la policía de París la amenazó con arrestarla si continuaba llevándolo en público.
Lejos de acatar órdenes, ya en 1932, en el estreno de su película El signo de la cruz (The Sign of the Cross, 1932), Marlene apareció vestida con esta prenda.
Desde entonces la moda cambió para siempre.
Nunca se había visto que una mujer, considerada un sex simbol, vistiera de esta forma.
Así, todas las mujeres querían vestir como Marlene, hecho que hizo a las tiendas apostar por esta prenda. Y de este modo se erradicó para siempre la costumbre de que la mujer solo debía usar vestido y falda.
Asimismo, se empezaron a usar telas que antes eran exclusivamente para la fabricación de ropa masculina, tales como el lino, que empezaron a usarlo para la fabricación de ropa femenina.
La llegada de las flappers hizo que se rompiera una importante barrera entre el hombre y la mujer, puesto que es también aquí cuando el deporte cobra vital relevancia en la mujer.
Sus vestimentas no eran tan cómodas para practicar deportes, tales como el tennis, montar en bicicleta, o simplemente correr.
Por lo que usar dicha tela para la fabricación de su ropa hizo que la mujer empezara a sentirse cada vez más aceptada y liberal en una sociedad donde las cosas consideradas masculinas no eran apropiadas para una dama.
Con la escasez de materiales de la Segunda Guerra Mundial, las piernas femeninas iban destapándose, puesto que la tela entonces era mucho más cara. Por esto, las faldas eran entonces más cortas y las medias de nylon iban desapareciendo.
Se impuso la ropa de trabajo masculino, por lo que la mujer adoptó los trajes enterizos y los jeans o vaqueros. El rol de la mujer se iba asemejando más al del hombre y su imagen así lo demostraba.
La llegada del Bikini
En 1946, un ingeniero mecánico llamado Louis Réard, creó el primer bikini moderno. No tuvo buena acogida debido a que la prenda se consideraba muy reveladora, pero era la primera vez que una prenda femenina dejaba ver prácticamente todo su cuerpo.
Por supuesto, fue un gran escándalo.
Aquel bikini provocó que la Iglesia lo condenara, y varios países prohibieron esta prenda.
Sin embargo, esto no quedó en el olvido, y en 1951 Miss Mundo fue coronada vistiendo bikini en medio del escándalo, hecho que hizo que el concurso prohibiera esta prenda.
En 1962, Úrsula Andress apareció en la película de James Bond en una escena donde usaba esta prenda controvertida.
Y en la década de los 70, el bikini ya había sido adoptada por la mayoría de mujeres como un símbolo de libertad y autoestima.
La popularización de los jeans
La popularización de esta prenda llega de la mano de la famosa actriz, considerada todo un sex symbol de la época: Marilyn Monroe.
La popularidad de esta mujer era tal que, todo lo que se vistiese, se vendía. Por tal motivo, las marcas de ropa apostaban por su imagen.
En películas como Vidas rebeldes (The Misfits, 1961), donde la actriz interpretaba a un cowboy, permitieron que esta prenda se popularizara entre el género femenino.
Hasta aquel entonces, esta tela solo era exclusiva para la ropa masculina. Pero la acogida fue tal que empresas como Lee y Levi’s apostaron por estos jeans, siendo todo un boom.
En los años posteriores, llegó la creación de la minifalda, prenda que da énfasis en la liberación femenina, bajo la firma de la diseñadora inglesa Mary Quant, en 1966.
Con todo esto crece la liberación sexual femenina que, junto a la creación de la píldora anticonceptiva en los años 60, se produce un enorme cambio de autonomía para la mujer, que rompe todos los esquemas y demuestra que ellas podían llevar lo que quisieran como quisieran.
Ya en los años 80, la mujer tiene mucha más presencia laboral, y comienzan a surgir las llamadas career women. Estas son mujeres con formación académica superior, que acceden a puestos de trabajo que antes eran reservados para hombres.
Y con ello aparece también el llamado power dressing, inspirado en el traje formal masculino. La marca de ropa Armani popularizó esta prenda llamándola power suit, un traje de chaqueta sencillo y adaptado al cuerpo femenino.
«Riot Grrrl»
En los 90 nace el movimiento Riot Grrrl. Este movimiento feminista nació en los Estados Unidos de la mano de géneros musicales como el Punk, el Rock, el Hardcore y el Heavy Metal, aludiendo que la mujer también podía ser parte de estos géneros musicales.
Con este movimiento buscaban dejar de lado el aspecto de “mujer delicada”, creando una imagen de mujer más “ruda”, y haciendo ver que no solo una “mujer bonita y de imagen delicada” es una mujer.
El Riot Grrrl incluía cortes de pelo de aspecto «mal cortado», labios rojos, y colores llamativos y atrevidos como el rojo o el negro, y muchas cadenas o accesorios metálicos fueron sus señas de identidad.
En su música, trataban temas que hasta el momento eran considerados tabú, con letras cuyo contenido se relacionaba con el abuso sexual, el acoso, la desigualdad de género, la homofobia y el empoderamiento femenino.
En resumen, la moda en el siglo XX fue una gran herramienta para que las mujeres fueran adoptando una postura de rechazo a lo convencional.
En el mundo de la moda, actualmente se ha conseguido una total igualdad entre hombres y mujeres. Al menos ya no existen colores ni telas que sean solo exclusividad masculina.
Reflexión final
Sin embargo, no todas las mujeres del mundo gozan de los mismos privilegios. Y sobre todo aún existen países donde la religión es predominante y en la que la mujer no tiene la misma libertad que tiene en occidente.
A pesar de que el movimiento de liberación femenina ha conseguido importantes cosas para que se cierre la brecha que separaba, en términos de igualdad, al hombre y la mujer, aún hay cosas que se tienen que cambiar.
Un ejemplo de esto es el maltrato que miles de mujeres sufren en sus hogares a manos de sus parejas, y que muchas veces no son denunciados por miedo o vergüenza, o simplemente estos casos no son atendidos como deberían.
Otro tema sensible es también el abuso sexual. Mujeres que han sufrido este ataque, y que, al igual que el maltrato, no es denunciado por las mismas razones, muchas veces el agresor sale impune, y donde la víctima queda como la culpable, concluyendo que ella vestía de una forma provocativa.
En pleno siglo XXI, donde prácticamente hemos cerrado tantas brechas, resulta aún inverosímil que alguien pueda tener ese pensamiento.
Se puede entender que este pensamiento esté más arraigado a una sociedad no tan «avanzada» donde la liberación femenina aún está oprimida; no obstante, cuando esto sucede en una sociedad «modernizada», nos damos cuenta de que aún no hemos dejado de lado el pensamiento patriarcal o machista de siglos pasados.
«Se lo merece por llevar tanga»
Recordemos, por ejemplo, cómo hace pocos meses, en Irlanda, un país a la cabeza del progreso en muchos ámbitos, se vivió una situación que provocó una manifestación llena de ciudadanos indignados por la sentencia de un caso que recuerda a la vida en una sociedad de la Edad Media.
Sucedió que una joven de 17 años fue violada, y las leyes, lejos de protegerla, ya que se trataba de una menor de edad que además jamás había tenido relaciones sexuales, aludieron que ella había sido la culpable ¡por llevar una tanga!
Con tales declaraciones nos damos cuenta de que a nuestra sociedad aún le cuesta desprenderse de esos pensamientos tan arraigados al patriarcado y que tanto daño le hace a nuestra sociedad.
En casos peores, la víctima que sufre agresión física o agresión sexual es asesinada, y muchas veces el culpable no recibe condena o no recibe la condena que debería corresponderle. Y a los pocos años o meses está en libertad, sin demostrar arrepentimiento, y volviendo a cometer el mismo delito.
Hoy pregonamos la libertad e igualdad de la mujer, pero, ¿es realmente la mujer libre? Muchos dirán que sí, porque su libertad ahora le permite decidir por sí misma.
Pero no nos engañemos, no seamos conformistas, y no tratemos de ignorar.
A pesar de todas esas libertades, una mujer aún se ve restringida de usar esta libertad por completo.
En un mundo donde aún abundan psicópatas sexuales, ninguna mujer está a salvo, ni tendrá la libertad de poder sentirse segura al caminar sola por la noche sin sentir miedo a ser atacada.
Porque no se trata de si la mujer está usando poca ropa o tapando todo su cuerpo. El hombre agresor es psicópata en mayor o menor grado, pero psicópata al fin y al cabo, y se camufla bajo el aparentemente «inocente» pensamiento machista que se excusa en el «ella vestía indecorosamente».
Tengamos en mente que el violador no necesita ver a una mujer desnuda ni con poca ropa para llevar a cabo su violación, solo necesita saber que es una mujer para lograr su cometido.
Además, las violaciones a mujeres no son un problema de este milenio. Han existido durante todas las épocas; épocas donde la mujer no mostraba su cuerpo, tal y como hemos probado en todo este artículo. Y aún vestidas con prendas que las cubrían desde el cuello hasta los tobillos, sufrían violaciones.
Y ni siquiera hay que irse atrás en el tiempo. Incluso hoy, en países donde la mujer se cubre hasta el pelo, no viste igual que en occidente, y sigue siendo violada.
«La culpa es de la joven, porque llevaba tanga.»
¿No es, acaso, una excusa sin fundamento el seguir culpando a la vestimenta de una mujer?
Está claro que el machismo sigue muy impregnado en nuestra sociedad, que se sigue viendo a la mujer como en siglos pasados. “La pecadora que atraía todas las desgracias”, es «una bruja», «la puta», y el «objeto sexual» del reggaeton de hoy.
Hoy la mujer, a diferencia de anteriores siglos, tiene derechos y puede denunciar estos delitos. Pero no todas se atreven a hacerlo por temor a ser cuestionadas y ser avergonzadas, sin derecho a ser oídas. Si pasa en Irlanda, ¿qué más se puede añadir?
Y, como bien se sabe, no solo las mujeres adultas están propensas a estos psicópatas. También lo están las niñas.
Y hay que remarcarlo: decir que la mujer tuvo la culpa debido a su vestimenta, es un argumento sin ningún sentido.
En una sociedad donde presumimos de ser seres racionales e inteligentes, y que hace miles de años que nos hemos separado del mundo animal, es como cantar victoria antes de tiempo.
Parece que aún ese «gen animal» nos persigue y no nos deja evolucionar, haciendo que el hombre se comporte como un ser irracional al atacar a otro ser más indefenso para someterlo a sus deseos. Sin importar el sufrimiento de la persona a la que está sometiendo.
Esperemos que llegue un punto en que la humanidad haya evolucionado lo suficiente y que estos hechos no formen parte de la sociedad del futuro; que solo sean recordados como algo siniestro de nuestro pasado.
Tal vez esta sea la mayor lucha que hoy en día enfrenta una mujer. Y puede que lleve mucho más tiempo, tal vez siglos, para que una mujer no sea agredida sexualmente, y sobre todo para que un hombre no sienta el deseo de hacerlo.
Pero está claro que, aunque a muchos no les parezca, todavía queda mucho, mucho por progresar en la liberación femenina.
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