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La ciencia dice que no existen las razas

Homo sapiens y Neandertal

El racismo ha hecho creer que existen varias razas, pero para la ciencia esto carece de fundamento científico y genético.

Samuel George Morton, un médico estadounidense que vivió en el siglo XIX defendía que los humanos nos dividíamos en cinco razas, las cuales se habían originado en actos de creación independiente.

De acuerdo con Morton, la raza más inteligente eran los blancos o caucásicos. En segundo lugar estaban los asiáticos, a los que él llamaba mongoles, estos eran “ingeniosos y culturalizables”. Después estaban los asiáticos del sur, seguidos por los nativos americanos, y por último los africanos ocupaban el escalón más inferior.

Estas ideas fueron muy aceptadas por aquellos en que defendían las esclavitud. En 1851, Morton murió, y el Charleston Medical Journal de Carolina del Sur lo honró por haber puesto al negro en el rango más inferior

Hoy en día este médico es considerado como el padre del racismo científico y, lamentablemente, aun hoy, después de que la ciencia haya desmentido que existan varias razas, todavía no podemos desprendernos de aquel legado que dejó Morton. Las distinciones raciales siguen estando presentes en nuestra sociedad.

En el año 2000, Craig Venter observó que el concepto de raza carece de base genética y científica.

Solo existe una única raza

Desde el año 2000 hacia adelante, los estudios sobre genética han revelado dos aspectos muy importantes. El primero es que todos los humanos estamos estrechamente emparentados, mucho más emparentados que los chimpancés entre sí.

Los humanos tenemos la misma colección de genes, la única diferencia es que todos llevamos versiones levemente distintas de algunos de ellos. En caso de gemelos idénticos, esto no cambia.

A partir de este estudio se ha podido construir un árbol genealógico de las poblaciones humanas, con lo cual, se ha revelado otra verdad: todos los humanos venimos de África.

El Homo Sapiens, la especie de la que procedemos, apareció en África, aunque aún no se sabe el momento ni el lugar exacto.

Un fósil encontrado en Marruecos indica que los rasgos anatómicos de los humanos modernos aparecieron hace 300.000 años. Ahí vivieron alrededor de 200.000 años más y, a partir de ese periodo, distintos grupos empezaron a trasladarse  a regiones diferentes del continente, con lo cual perdieron el contacto entre sí, fundando nuevas poblaciones.

Todas las especies tienen cambios genéticos, no solo los seres humanos. Y estos cambios son consecuencias de mutaciones casuales, las cuales son minúsculas.

Las mutaciones son constantes y, cuanto más perdure un grupo, los genes irán acumulando más alteraciones. De tal modo que entre más tiempo lleven dos grupos separados, más cambios distintivos acumularán.

Cuando los primeros humanos partieron de África se chocaron con neandertales y se cruzaron con ellos. Aquel encuentro dejó huella, ya que hoy todos los no africanos llevan en sus genes una pequeña porción de sangre neandertal. Estos genes obtenidos podrían aumentar el nivel de vitamina D, pero al mismo tiempo también hay riesgo de padecer esquizofrenia y favorecer el aumento de grasa en el vientre.

Los humanos modernos

Los científicos han analizado los genes de los africanos actuales, con lo cual concluyeron que los Khoisan (quienes viven en África del sur) presentan el árbol genealógico más antiguo.

Los genes de los humanos no africanos de la actualidad, nos dicen que sus descendientes partieron de África hace aproximadamente 60.000 años. Cuando dejaron atrás este territorio, estos viajeros en alguna parte (quizá en Oriente Próximo) se encontraron con otra especie de humanos, los neandertales y en el este con los denisovanos. Así los homo sapiens se cruzaron con estas dos especies.

Tanto los denisovanos como los neandertales se cree que aparecieron en Euroasia de un homínido que había emigrado de África muchos años antes.

Estos emigrantes dejaron descendientes, los cuales se extendieron por todo el planeta. Así, en Australia llegaron hace 50.000 años, en Siberia hace 45.000 y a América del sur se estima que llegaron hace 15.000 años.

A medida que iban desplazándose a distintas partes del mundo, formaban nuevos grupos, los cuales se quedaban aislados geográficamente, y la consecuencia de esto es que cada grupo iba adquiriendo nuevas mutaciones genéticas.

Las mutaciones

Algunas mutaciones que se obtuvieron no eran perjudiciales ni beneficiosas, pero ocasionalmente aparecía una mutación que resultaba ser una ventaja para el nuevo entorno.

La selección natural hacía que se extendiera con mucha rapidez por la población local. Un ejemplo de ello es que las personas que habitaron grandes altitudes (como el Tíbet, las tierras altas de Etiopía y el altiplano andino) las mutaciones que les permitiera respirar en esas condiciones fueron beneficiosas.

Asimismo, los Inuit se adaptaron a una dieta marina rica en ácidos grasos, los cambios genéticos hicieron que se adaptaran a ella.

Algunas veces la selección natural ha favorecido la mutación. Aún se ignora el porqué.

El gen EDAR

Existe un gen llamado EDAR. Quienes poseen este gen suelen ser en su mayoría personas de ascendencia asiática oriental y nativa americana, tienen al menos una copia de esa variante llamada 370A, aunque en algunos casos hay personas que poseen dos. Sin embargo, es muy raro encontrar este gen en personas de ascendencia africana y europea.

Yana Kamberov, genetista de la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pennsylvania, ha introducido el gen EDAR en ratones para entender su función. El resultado que obtuvo es que estos ratones presentan el pelo más grueso, más glándulas sudoríparas, y las almohadillas de grasa mamaria son más pequeñas.

Con este experimento se explica el porqué algunos asiáticos orientales y nativos americanos tengan un cabello más grueso y más glándulas sudoríparas. Lo que aún no queda claro es el efecto del EDAR en las glándulas mamarias.

Kamberov explica que quizá en tiempos muy remotos los habitantes de esos lugares se enfrentaron a ciertas condiciones climáticas donde tener más glándulas sudoríparas era una ventaja, y quizá tener un cabello mucho más grueso hacía más difícil las infecciones de parásitos.

Pero también existe la posibilidad de que la variante 370A generase otros beneficios, los cuales aún no los hemos descubierto, y que quizá los cambios que se han descubierto sean solo efectos secundarios. En el mundo de la genética, una minúscula mutación puede generar muchos efectos.

El gen del color de la piel

Por otro lado, el gen llamado SLC24A5 es responsable de que los europeos tengan la piel mucho más clara. Este gen posee 20.000 pares de bases. Los subsaharianos poseen una G, mientras los europeos poseen una A.

Keith Cheng, patólogo y genetista de la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Pennsylvania, hace 10 años descubrió esta mutación debido a que estudiaba peces cebra, los cuales habían sido criados en cautiverio para que tuvieran las franjas más claras. Lo que descubrió Cheng fue que esos peces poseían una mutación en el gen de la pigmentación análogo que ha mutado en los europeos.

Los paleogenetistas estudiaron el ADN de huesos muy antiguos y determinaron que la sustitución de G a A se introdujo en Europa occidental hace unos 8.000 años por humanos que provenían de Oriente Próximo.

También se especula que los habitantes de Europa cazadores recolectores (que además crearon la pintura rupestre) no tenían la piel clara, sino morena. Además, el ADN antiguo apunta a que la mayoría de aquellos habitantes de piel oscura tenían los ojos azules.

David Reich, paleogenetista de la Universidad de Harvard, afirma que la genética nos dice que nos hemos mezclado y desplazado muchas veces, con lo cual nuestros esquemas de “estructuras raciales” son casi siempre erróneos.

El paleogenetista continúa diciendo que no existen rasgos fijos que estén asociados a una determinada zona geográfica, ya que al igual que el aislamiento ha creado diferencias en las poblaciones, la migración y el habernos mezclado han hecho que se eliminen.

En la actualidad, el tono de piel varía mucho, y gran parte de esa variación se debe a la latitud; cuanto más cerca al ecuador, más oscura se volverá la piel a causa de la extrema insolación (y debido a esto la piel se podrá proteger de la radiación ultravioleta), mientras que más cerca a los polos la piel se volverá más pálida (y con lo cual fomentará la producción de vitamina D).

El color de la piel se debe a la combinación de distintos genes, y distintos grupos étnicos pueden poseer cualquier número de combinaciones de mutaciones diferentes.

En África, no todos los pueblos tienen el mismo tono de piel. Los mursi de Etiopía tienen un tono de piel que se asemeja más al ébano, mientras que otros como en el caso de los khoisan, su tono de piel es más cobrizo.

La mayoría de africanos orientales de piel oscura poseen la variante de piel clara del gen SLC24A5 (al parecer este gen llegó al igual que en Europa a través de Oriente Próximo).

Mientras los asiáticos orientales, que suelen tener una piel clara, no poseen este gen, sino el de la variante de piel oscura.

La historia nos ha dejado un terrible accidente

A causa de personas como Samuel George Morton, muchos hoy en día creen que hablar de razas es referirse al tono de piel. Afortunadamente, la ciencia ha evolucionado y nos ha hecho cambiar esa mentalidad.

Aunque aún falta mucho más por hacer puesto que el racismo sigue estando presente, la gente cree que por haber nacido en una determinada zona es superior a otra solamente porque físicamente no tiene los rasgos que le gustaría observar.

La ciencia actual nos aclara que las diferencias visibles entre personas no son más que accidentes de la historia.

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